viernes, 31 de octubre de 2014

Adrenalina.

Bendito cuerpo humano, bendita química, que nos prepara, nos avisa, nos mantiene alerta. Porque hay situaciones que necesitan un plus, una energía extra que complemente nuestra preparación, tanto física como mental. Vas andando, la sensación de llevar tu bañador de competición, la camiseta de tu club, el escudo en el gorro, son todas sensaciones conocidas pero que nos sorprenden y asombran cada vez que las vivimos. Y ese momento de quitarte la camiseta, de ponerte el gorro y atarte el bañador, ahí empiezas a sentirlo todo, como se te cierra el estómago, como te cosquillea todo por dentro, como tiemblas. Estas aterrado y preparado, confundido y decidido, nervioso pero seguro. Es una lucha de contrarios que te lleva a la mejor sensación del mundo, estás listo, miras adelante con tus gafas puestas y solo estáis tu y la piscina, tu y el agua. Suena el silbato del juez y tu cuerpo empieza a moverse solo, sabes lo que tienes que hacer y estás listo. Puede que no sea tu mejor momento, que no estés en buena forma, que estés lesionado... Pero eso da igual, porque el miedo mata los sueños, y tarde o temprano gana aquel que cree poder hacerlo.

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